Llegamos a la lectura número 13 del reto de 18 novelas en 18 semanas. En esta ocasión se trata de una novela que significó una ruptura con el canon literario que la precedió: La tumba, de José Agustín.
José Agustín (Acapulco, 1944) es el más emblemático y exitoso escritor del movimiento conocido como La Onda, que a finales de la década de 1960 irrumpió en el panorama literario mexicano en un intento de ruptura con la literatura “tradicional” que reflejaba un país completamente ajeno al que en realidad se vivía. Con un estilo libre y desenfadado que incluía el uso de un lenguaje verdaderamente coloquial, los onderos (como más o menos despectivamente se les llamaba) abordaron temas hasta entonces dejados de lado en la narrativa nacional, como el sexo, las drogas y el rock and roll, en ambientes urbanos reconocibles. La tumba inaugura dicho movimiento. A ésta la seguirán más novelas (De perfil, Se está haciendo tarde (final en laguna), Ciudades desiertas, La panza del Tepozteco, Dos horas de sol), cuentos (Inventado que sueño, No hay censura), obras de teatro, ensayos, crónicas y relatos autobiográficos, formando una obra que ubica a José Agustín como un importante autor.
Leamos La tumba.
La tumba es una novela de juventud y en ella se puede percibir la rabia adolescente del autor presentada a través del narrador y personaje principal, Gabriel Guía, una suerte de Antoine Roquentin del Altiplano, que se encuentra atrapado en el mundo sin sentido de la convencional clase media mexicana.
Como Roquentin en la novela de Sartre, Gabriel tiene también sus momentos de “náusea” en los que pierde control de sus sentidos: su vista se llena de circulos y sus oídos de un insistente sonido que se volverá parte de él.
La angustia de Gabriel proviene de no tener un lugar en el mundo que pueda reclamar como propio, al hallarse a cada momento entre dos polos opuestos e irreconciliables. Por una parte en el mundo de la conservadora burguesía mexicana, cuyos valores e intereses reprueba pero comparte al mismo tiempo (podemos ver esto cuando se siente decepcionado por el regalo de cumpleaños de su padre sin que ello le impida disfrutarlo o, más claramente aún, cuando se entera de que Elsa no es virgen). Por otro lado, aunque tiene aspiraciones intelectuales siente desprecio por todos aquellos que las tienen y no pierde la menor oportunidad para burlarse de cualquiera que, como él, se crea una persona culta.
La de Gabriel Guía una rabia generacional, de un momento en la historia en la que el mundo no es lo que los mayores prometieron y los jóvenes no están seguros de qué es lo que quisieran tener en su lugar.
La rabia es, al final, aburrimiento, como estar enterrado en una tumba abierta desde la que sólo se ve un cielo azul imposible de alcanzar.
Esta semana continuaremos la lectura de La tumba, de José Agustín, la décimotercera de nuestras 18 novelas en 18 semanas.
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