Club del Libro

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jueves, 15 de septiembre de 2011

Soledad: La epopeya del antihéroe

Hoy iniciamos la penúltima lectura del reto de Lectores a Fondo de 18 novelas en 18 semanas; en esta ocasión se trata de Soledad, de Rubén Salazar Mallén.

Rubén Salazar MallénCasi olvidado por muchos, por otros recordado y reverenciado como un autor de culto, Rubén Salazar Mallén (Coatzacoalcos, Veracruz, 1905 – México, 1986) es uno de los personajes más fascinantes de la literatura mexicana. Comunista, fascista y anarquista en sucesivas etapas de su vida, Salazar Mallén fue el primer escritor de nuestro país en dotar de una verdadera ideología política a sus libros, además de ser quien inauguró en nuestras letras la novela urbana y el uso de un verdadero lenguaje coloquial (incluyendo las malas palabras) escandalizando a las buenas conciencias y viéndose objeto de persecusión judicial. De entre sus novelas podemos destacar Cariátide (de la que sólo se llegaron a publicar algunos fragmentos antes de que él mismo la quemara), Páramo, Soledad, ¡Viva México! y Camaradas (reescritura de Cariátide).

La novela que leeremos, Soledad (1949) es ampliamente reconocida como su mejor trabajo.

Iniciemos la lectura.



La epopeya del antihéroe

Aquiles Alcázar, personaje principal de Soledad, tiene el mismo nombre que el protagonista de la mayor epopeya clásica: la Ilíada. Como el Pelida, Aquiles Alcázar también inicia su historia sintiéndose presa del rencor y buscará, a lo largo de ella, cobrar venganza por ese sentimiento.

Pero en el nombre y en la amargura se agotan las semejanzas, pues mientras en el poema homérico los personajes son héroes, con los dioses siempre de su lado, y todos los actos que realizan, grandiosos, en la novela de Salazar Mallén los personajes son ordinarios, cuando no insignificantes, capaces sólo de albergar sentimientos mezquinos y prosaicos.

Nuestro Aquiles no tiene nada de heroico ni su vida, nada de ejemplar. No hay quien lo siga ni lo admire, sino, en todo caso, lo contrario. Burócrata sin futuro, se ve siempre despreciado por quienes lo rodean, pese a su clara superioridad sobre ellos, la cual al final no es una virtud, sino un defecto que lo condena a la abyección.

El patetismo acerca a Aquiles más al prototipo de antihéroe que a su opuesto. Para él no hay un lugar en el mundo y si lo hubiera se negaría a ocuparlo: su soledad no depende tanto de que los demás lo desdeñen, cuanto de su propia ansia de aislarse de todos y de todo.



Acompáñenos en la lectura de Soledad, de Rubén Salazar Mallén, a lo largo de esta semana, la penúltima del reto de 18 novelas de Lectores a Fondo.

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