Club del Libro

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lunes, 30 de mayo de 2011

Elsinore: un cuaderno [en el que escriben muchas plumas]

Seguimos leyendo la primera de nuestras 18 novelas en 18 semanas, Elsinore: un cuaderno, de Salvador Elizondo.



Si todos somos lo que leemos, esto es más cierto en el caso de los escritores, pues ellos manifiestan las lecturas que han hecho, y lo que han significado para ellos, en sus propios textos. Así, podemos decir que un libro lo firma un autor, pero lo escriben muchas manos. Elsinore: un cuaderno, es una muestra de ello, y, para hacer una lectura a fondo, les proponemos acercarse también a los textos que, por referencia directa de Sal, el narrador, también forman parte de la novela.

Dos textos son mencionados en las primeras páginas de Elsinore, cuando el narrador habla de Mr. Stockwell, el profesor de literatura; ambos son poemas. Uno de ellos, “O Captain, My Captain”, de Walt Whitman, es sólo mencionado de pasada, aunque el espíritu de esta elegía, sobre el amargo sabor de boca que deja una victoria bélica, se podrá sentir de cuando en cuando a lo largo del relato.

El siguiente poema causa una mayor impresión en la mente de Sal y por ello juega un papel más importante dentro de la historia: “The Raven”, de Edgar Allan Poe. En este poema, un estudiante se lamenta por la pérdida de su amada, Lenore, y Sal identificará la imagen de esta mujer, junto con las de las actrices Jane Russell y Rita Hayworth, con su amor imposible, Mrs. Simpson.

Durante su huida de Elsinore junto con su amigo Fred, el narrador hace referencia a un nuevo texto, la novela corta de Joseph Conrad El corazón de las tinieblas: mientras navega hacia la libertad, se imagina a sí mismo como el protagonista de este libro, Charlie Marlow, e incluso describe la caída de la noche y de la niebla sobre el lago, casi citando a Conrad:

[...] y al mismo tiempo las tinieblas se precipitaron de golpe sobre la tierra, pasaron velozmente sobre el río, envolviendo el barco en un abrazo sombrío. Un silencio formidable acompañó la escena. (Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas)

Para finalizar, nos referiremos a otro poema, que Sal cita casi de forma casual, sin darle más importancia, mientras se oculta de un par de policías que pasan al lado suyo y de Fred mientras pretenden pasar la noche en un parque: el “Romance de la Guardia Civil española”, de Federico García Lorca, en donde también hay policías que sueñan “una vaga astronomía de pistolas”.

¿Qué otras referencias literarias, directas o indirectas, encuentran en la novela?



Sigan pendientes de Lectores a Fondo, en donde continuaremos leyendo Elsinore: un cuaderno, de Salvador Elizondo, y compartan con nosotros sus experiencias con esta lectura.

viernes, 27 de mayo de 2011

Elsinore: un cuaderno [de viajes]

Continuemos nuestra lectura de Elsinore: un cuaderno, de Salvador Elizondo, el primer libro de nuestro reto 18 novelas en 18 semanas.

Foto: Lago Elsinore

El relato toma lugar en distintos espacios, que cambian constantemente, entre cerrados y abiertos. El aeropuerto, con la opresiva imagen de la que hablábamos antes; la ciudad de Los Ángeles, que se abre al viajero en busca de todo tipo de emociones; la casa de los tíos de Sal y, muy particularmente, la habitación de su primo muerto en combate; los grandes espacios abiertos del campo mientras se dirige a Elsinore; el lago, rodeado de montañas y de sueños; la escuela...

Entre todos estos espacios tiene un lugar preponderante la ciudad de Los Ángeles. Elizondo la recrea a conciencia, no escatima detalles para permitirle al lector pasear por sus calles, para visitar hoteles, restaurantes, bares, plazas públicas, y, como no podía ser menos en la ciudad de los sueños, salas de cine.

También el cine tiene un lugar preponderante en la narración. Ya nos habíamos referido a la importancia que tienen las imágenes en la escritura del autor, pero además en este caso el cine es una extensión del espacio: es una puerta que se abre hacia un mundo más allá de la pantalla.

Así, Sal se enamora de Rita Hayworth en Gilda y de Jane Russell en The Outlaw (hermosas mujeres que encarnan en Mrs. Simpson, la profesora de baile) y se identifica con Dana Andrews en The Best Years of Our Lives.

El contraste de unos espacios con otros nos da una idea de los sentimientos de opresión y de libertad en los que Sal se encuentra inmerso a cada momento de esta historia que recuerda y que sueña.

¿Qué sensación les causa a ustedes el recorrido por todos estos espacios hechos de recuerdos y de palabras?

 

Sigan participando con nosotros y compartiendo sus lecturas de Elsinore: un cuaderno, de Salvador Elizondo.

jueves, 26 de mayo de 2011

Elsinore: un cuaderno

Gracias por unirse a esta aventura lectora.

Empecemos la lectura de Elsinore: un cuaderno, de Salvador Elizondo.

Salvador Elizondo (1932-2006) es uno de los escritores más originales de la literatura mexicana. Esa originalidad radica en su condición marginal y experimental. Es difícil clasificar sus textos en géneros o en corrientes, son seres extraños, extranjeros en la República de las Letras. Su escritura es un ente vivo, en constante movimiento, que crea su propio universo, mucho más rico que eso que pomposamente se llama la realidad.

En esta cápsula de Imaginantes, se describe en parte la forma en que la escritura de Elizondo se alimenta a sí misma:

Elsinore: un cuaderno es un libro de memorias. En él, Elizondo evoca su estancia como estudiante en la Elsinore Naval and Military School, durante los últimos años de la Segunda Guerra Mundial y los primeros de la posguerra. Es una historia de aprendizaje, en la que un adolescente dará sus primeros pasos hacia lo que distingue (o debería distinguir) a la edad adulta: la libertad.

A primera vista Elsinore podría parecer atípico en la obra de Elizondo, pero una lectura a fondo nos deja ver que en realidad se encuentran presentes en él todos los elementos que constituyen el universo de su autor.

La memoria

La memoria, por supuesto, jugará un papel importantísimo, como lo juega en muchos de los textos del autor. El recuerdo se confunde con el sueño y con el recuerdo del sueño. Se confunde también con la escritura, con el recuerdo de la escritura y con el sueño del recuerdo de la escritura. Las líneas iniciales son típicamente elizondianas:

Estoy soñando que escribo este relato. Las imágenes se sucenden y giran a mi alrededor en un torbellino vertiginoso. Me veo escribiendo en el cuaderno como si estuviera encerrado en un paréntesis dentro del sueño, en el centro inmóvil de un vórtice de figuras que me son a la vez familiares y desconocidas [...].


[En Descarga Cultura.UNAM puedes escuchar al propio autor leyendo las primeras líneas de la novela.]

Esta idea de la escritura como un acto que se vive, se recuerda, se sueña y se presencia a sí mismo está presente en uno de los textos emblemáticos del autor, "El grafógrafo":

Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. [...]


[Continúa leyendo "El grafógrafo" aquí.]

La memoria, como decíamos, es sueño, pero también es olvido. Lo que recordamos o creemos recordar, estará siempre marcado por lo que hemos olvidado o por lo que recordamos de una forma distinta a como realmente sucedió. Pero no importa, porque el pasado ya ha muerto, ahora sólo vive en la memoria.

¿Qué les parece la forma en que inicia el relato? ¿Los desconcierta, los estimula a seguir leyendo?

Imágenes

A estas líneas sigue una narrativa en apariencia más tradicional, con el protagonista relatándonos lo que ocurre en su llegada al aeropuerto de un país en guerra. De inmediato encontraremos el segundo elemento que es de gran importancia para Elizondo: las imágenes. En sus textos siempre estarán presentes, como elementos centrales, pinturas, fotografías, retratos, espejos. En este caso hay un cartel de propaganda bélica, en el que se recomienda el silencio, pues siempre puede haber alguien que escuche lo que no deba, especialmente un extranjero enemigo.

Propaganda de guerra Propaganda de guerra

Sin embargo, para donde se vuelva la vista habrá extranjeros, legales o ilegales, europeos o mexicanos: en los campos de trabajo, en la milicia, y hasta en la propia Escuela Elsinore.

Sal, el protagonista, es un extranjero. El lenguaje con el que nos relata la historia es espñaol, pero a cada momento utiliza palabras de la lengua inglesa, que le permiten describir el lugar en donde está, las situaciones que vive: la visita a sus tíos, la llegada a Elsinore, un lugar rodeado de montañas, de sueños y de leyendas.

La historia apenas comienza, ¿qué les ha parecido hasta este momento? Participen dejando sus comentarios para que entre todos apreciemos mejor la lectura gracias a las ideas de los demás. Recuerden que durante una semana continuaremos leyendo Elsinore: un cuaderno. Sigan pendientes de este blog y de nuestra cuenta de Twitter, @lectoresaFondo, donde seguiremos compartiendo la lectura.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Tres ataúdes blancos - Después del final (el principio)

Hemos llegado al final de Tres ataúdes blancos, la novela de Antonio Ungar ganadora del 28° Premio Herralde.



Lo que se nos cuenta en el epílogo es sorprendente por lo que esperábamos y por lo que ni siquiera podíamos imaginar. Por lo que se nos revela y por lo que se nos deja de contar. Es sorprendente, sobre todo, por la forma en la que se hace: el autor rompe todo lo que venía haciendo hasta ahora y utiliza un estilo distinto, un narrador distinto, incluso un tiempo distinto del que imaginábamos. Y no puede ser de otra manera, pues éste es un libro diferente del que hemos leído hasta ahora. Aquél ya terminó.

El nuevo narrador nos cuenta lago sucedido en otro lugar, en otra vida, y ha hecho un viaje tan largo que sólo puede tener como destino el origen. Y ahí es a donde nos lleva.



Gracias por habernos acompañado durante la lectura de Tres ataúdes blancos. Recuerden que ahora nos esperan 18 nuevas lecturas y esperamos que nos acompañen a lo largo del trayecto que estamos a punto de emprender. Su participación es lo más importante, porque en el Fondo todos leemos.

lunes, 23 de mayo de 2011

18 para los 18

Estamos a punto de concluir nuestra lectura actual y a continuación les proponemos iniciar no una, sino dieciocho nuevas lecturas.

Así es: 18. La idea es leer, a razón de una por semana, las novelas que conforman la colección 18 para los 18.

Se trata de 18 novelas cortas escritas por notables autores mexicanos durante la segunda mitad del siglo XX y los primeros años del XXI, o, para ser más exactos, entre 1944 y 2008. Y aunque la colección está dirigida especialmente a los jóvenes lectores, lo cierto es que estas magnpificas novelas pueden ser disfrutadas por quienes ya han rebasado un poco (o un mucho) (o un muchísimo) los 18 años.

La lista de lecturas es la siguiente:

18 para los 18 - Volumen 1
    Volumen 1
  • Salvador Elizondo, Elsinore: un cuaderno (1988)
  • Elena Poniatowska, Querido Diego, te abraza Quiela (1978)
  • Ignacio Solares, Anónimo (1979)
    Volumen 2
  • Rubén Salazar Mallén, Soledad (1944)
  • Jorge López Páez, El solitario Atlántico (1958)
  • Jorge Ibagüengoitia, Los relámpagos de agosto (1965)
18 para los 18 - Volumen 2
18 para los 18 - Volumen 3
    Volumen 3
  • Christopher Domínguez Michael, William Pescador (1997)
  • Guillermo Fadanelli, Educar a los topos (2006)
  • Bárbara Jacobs, Las hojas muertas (1987)
    Volumen 4
  • Carlos Fuentes, Aura (1962)
  • Juan Villoro, El libro salvaje (2008)
  • Ángeles Mastretta, Ninguna eternidad como la mía (1999)
18 para los 18 - Volumen 4
18 para los 18 - Volumen 5
    Volumen 5
  • José Emilio Pacheco, Las batallas en el desierto (1981)
  • Juan García Ponce, La gaviota (1972)
  • Rafael Bernal, El complot mongol (1969)
    Volumen 6
  • José Agustín, La tumba (1964)
  • Álvaro Enrigue, La muerte de un instalador (1996)
  • José Revueltas, El apando (1969)
18 para los 18 - Volumen 6



Como verán, la colección abarca los géneros más diversos, desde la novela epistolar hasta la policial, pasando por la erótica y la fantástica, e incluye verdaderos clásicos de la literatura mexicana.

El orden de lectura será el que ustedes mismos nos vayan indicando con el paso de las semanas, pero, como hay que empezar por algún lado, les proponemos iniciar por la primera novela del primer tomo: Elsinore: un cuaderno de Salvador Elizondo.

La lectura la realizaremos en este mismo blog y en nuestra cuenta de Twitter (@lectoresaFondo), donde compartiremos con ustedes información que nos permita realizar una lectura a Fondo.

¿Están listos? Esta misma semana iniciaremos esta nueva aventura, esperamos contar con su participación, que es lo más importante para realizar una lectura que sea enriquecedora para todos.

Tres ataúdes blancos - Capítulos 10 y 11

Estamos a punto de terminar la lectura de Tres ataúdes blancos de Antonio Ungar. Esta vez, los capítulos 10 y 11.



Aún cerca del final, el narrador tiene cosas nuevas que contarnos sobre Miranda. La historia puede tener final, pero la brutalidad no, y eso queda claro cuando nos habla de los “corrales” o “carnicerías”. También el paisaje de la república ficticia sigue cambiando: hemos pasado desde que inició la historia por la moderna capital, por las hermosas playas de la colonial Ciudad Amurallada, por el paraíso tropical que sirvió de refugio a Cantoná y a Ada Neira. Y ahora, como quien se dirige al infierno, pasamos por una sabana africana en Latinoamérica.

Pero el infierno resulta ser la lujosa propiedad de alguien (¿el Diablo?) que pretende castigar a Cantoná por revelar secretos que no debían contarse, quizá porque no eran en absoluto secretos para nadie. Hasta este lugar ha sido arrastrado por hombres uniformados que, finalmente, lo dejan en el único lugar en el que deseaba estar: junto a su amada.



De ahí Cantoná y Ada saldrán nuevamente contra su voluntad, nuevamente con rumbo desconocido, pero esta vez, al menos, juntos.

Pero no por mucho tiempo. Cuando termine el breve capítulo, como nos ha acostumbrado Ungar, la situación cambia completamente para volver a lo que era antes. Pero en unas cuantas líneas cabrá la posibilidad de vislumbrar un futuro, pero la pregunta es ¿valdrá la pena siquiera considerarlo?



En la próxima ocasión leeremos la última parte de Tres ataúdes blancos: el epílogo titulado Después de terminar (El principio).

viernes, 20 de mayo de 2011

Tres ataúdes blancos - Capítulo 9

Leamos ahora el capítulo 8 de Tres ataúdes blancos de Antonio Ungar.

Los mejores momentos del humor del autor son sin duda aquellos en los que refleja la situación politica de la República de Miranda, quizá por lo ridículo que resulta todo: la figura de Del Pito, la colaboración de los medios, la complicidad de aristócratas y “opositores”. Y resulta más hilarante aún frente a las reacciones de Cantoná y, en este caso, además, de Jairo, que se regodean en el fracaso, ante el desconcierto (y el abandono, ya esperado) de Ada Neira.

Un punto muy interesante del capítulo llega con la descripción del video con el que cantoná planea evidenciar las corruptelas del presidente Del Pito. Ungar es muy hábil para lograr que el lector sea capaz de ver mentalmente el video conforme va leyendo los párrafos que lo conforman.

Y en el mismo pasaje resulta interesante también cómo logra hacer creíble la apropiación que, por fin, logra hacer el narrador-protagonista de su papel de Pedro Akira. Y esto trae un ligero acercamiento a Ada, de quien ya habíamos especulado que estaba más enamorada del disfraz de Akira que del propio Cantoná. Sin embargo, quizá sea ya demasiado tarde para retomar el papel del héroe.

La construcción que Ungar hace del capítulo es espléndida y se basa del todo en el ánimo del personaje principal: al principio hay una nota de pesimismo de parte de Cantoná, pues siente que la muerte ronda su refugio tropical. Conforme transcurre la acción, sin embargo, principalmente después de la realización del video, el optimismo vuelve al personaje, pero no dura mucho tiempo. El capítulo cierra de nuevo con el pesimismo cayendo sobre Cantoná, recordándonos mucho lo ocurrido al final del capítulo 6.



Sigan pendientes de Lectores a Fondo. A continuación leeremos dos capítulos muy breves: el 10 y el 11.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Tres ataúdes blancos - Capítulo 8

En esta ocasión nos referiremos al capítulo 8 de Tres ataúdes blancos de Antonio Ungar.



Durante los capítulos anteriores (y en particular en el capítulo 7) se va construyendo un enigma alrededor del atentado que le costó la vida al doctor Neira y de la reclusión a que se sometió inmediatamente después a José Cantoná. El enigma será resuelto al final de este capítulo, y con ello dará inicio la última parte de la novela.

A lo largo de este capítulo, la narración va y viene de José Cantoná a Jairo Calderón y de esta forma ambos se nos revelan como personajes que guardan cierto paralelismo y podemos constatar que comparten más que sólo las iniciales de sus nombres: al quedar Jairo en la mira de quienes están involucrados en el complot relacionado con Akira, no sólo perderá a una persona muy querida, como ocurrió con Cantoná, sino que también verá en peligro su vida y ésta quedará para siempre marcada, después de hundirse durante meses en su propio infierno, del que también saldrá a base de voluntad, sólo para atestiguar que en realidad nada ha cambiado.

La pérdida de la mujer amada por parte de Jairo podría darnos alguna pista sobre lo que ocurrirá con José Cantoná y Ada Neira, sobre todo si consideramos el últimatum que ésta le ha dado a aquél para que deje todo por seguirla.

Jairo Calderón ofrecerá a Cantoná la información que necesitaba para resolver el enigma y ahora será su responsabilidad decidir cómo utilizarla.



Cada vez estamos más cerca del final. Lo siguiente será leer el capítulo 9 de Tres ataúdes blancos.

lunes, 16 de mayo de 2011

Tres ataúdes blancos - Capítulo 7

En esta ocasión nos referiremos al capítulo 7 de Tres ataúdes blancos de Antonio Ungar.



El capítulo está marcado por un enigma que se debe resolver y el autor lo indica simbólicamente de principio a fin: inicia con José Cantoná resolviendo crucigramas y termina con Jairo Calderón perdiéndose en el lujoso laberinto de un político mafioso millonario. Entre ambos puntos, el narrador-protagonista se hace preguntas sobre la conspiración que lo llevó a refugiarse en el paraíso tropical que, tras la muerte de su padre, se ha vuelto un infierno.

También infernales fueron las llamas con las que concluyó el capítulo anterior y que en éste son recordadas como premonitorias de la destrucción hacia la que todo parece dirigirse sin remedio, no obstante que, tras una epifanía, Cantoná decida es que mejor seguir vivo, “aunque sea para no estar muerto”.

Con el regreso de Jairo Calderón con noticias sobre Parra y Rabat todo parece volver a cierta forma de normalidad, lo cual no es necesariamente bueno, pues lo normal en Miranda resulta a la larga aterrador.

En este punto la narración se transfiere a Jairo y complementa algunas cosas que ya había contado Cantoná, llenando espacios en blanco, como se llenan poco a poco las líneas de los crucigramas, aprovechando lo que ya se conocía y revelando nuevos datos.



Sigan pendientes de Lectores a Fondo, pues pronto seguiremos con el capítulo 8 de Tres ataúdes blancos.

viernes, 13 de mayo de 2011

Tres ataúdes blancos - Capítulo 6

Hemos llegado al capítulo 6 de Tres ataúdes blancos, la novela de Antonio Ungar.

Ya nos habíamos referido en ocasiones anteriores a los sueños que con frecuencia relata el narrador-protagonista José Cantoná y la relación que guardan con el desarrollo de la historia. En este capítulo, Ungar da un giro a la forma en la que los ha presentado hasta ahora, en que el personaje contaba con detalle su sueño y, aunque éste pareciera ser premonitorio respecto a lo que ocurriría de inmediato en la historia, no le otorgaba mayor importancia, dejando la responsabilidad de la interpretación al lector. Esta vez el sueño no se nos cuenta el sueño, pues Cantoná no lo recuerda, pero sí la interpretación del personaje que ahora le confiere gran importancia.

Es interesante también notar la estructura de este capítulo: al inicio de él, Cantoná intenta olvidar los días previos a su llegada con Ada Neira al paraíso tropical, los días en los que fingió ser otra persona, pero al final lo que terminará olvidando serán los días anteriores a todo eso, los de su verdadera identidad. Y no sólo eso, sino que además destruirá el lugar al que siempre volvía como una forma de volver al pasado, a lo que realmente era: la casa de sus padres. Cantoná encontrará entonces el verdadero olvido y sólo quedarán los días falsos.

Por último mencionaremos que en este capítulo se presenta el que al parecer será el conflicto final de José Cantoná: la disyuntiva entre realizar la tarea que se había encomendado a sí mismo al asumir la identidad de Pedro Akira (y con ello seguir el consejo que le dio su padre la última vez que lo vio con vida) u olvidarlo todo y seguir al amor de su vida, Ada Neira.



Nos acercamos al final de la novela. Sigan al pendiente y compartan con nostros sus lecturas de Tres ataúdes blancos. Pronto continuaremos con el capítulo 7.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Tres ataúdes blancos - Capítulo 5

Iniciemos la lectura del capítulo 5 de la novela Tres ataúdes blancos de Antonio Ungar.

 

 

En este breve pero intenso capítulo la historia parece dar un giro a partir de pequeños indicios que se nos han dado hasta ahora.

Podemos ver, por ejemplo, que la pesadilla con la que inició el capítulo anterior en cierta forma se hace realidad en éste: el narrador-protagonista-héroe de la historia se halla encerrado contra su voluntad dentro de un edificio, sin contacto con nadie y temeroso de la suerte que pueda correr Ada Neira, de quien se ha separado tras el atentado de que ha sido víctima su padre.

Otras situación que se habían dejado entrever y que se concreta en este capítulo es la extraña complicidad que guardan Luis Rabat y Jorge Parra, al parecer al margen del resto de la cúpula del Movimiento Amarillo.

¿Hay más hilos sueltos que nos permitan suponer lo que sucederá a continuación en la historia?

Por lo pronto hay una vuelta de tuerca importante en la misma, al convertirse Cantoná en un fugitivo de aquellos a quienes se había unido en la maquinación para ocultar la primera y verdadera muerte de Pedro Akira y que son los mismos que ahora dan a conocer la segunda y falsa. Y es falsa porque en esta ocasión el muerto debería ser el falso Akira, Cantoná, pero él ha huido y se dirige hacia el reencuentro con Ada Neira.

Un detalle digno de mencionar es que en este capítulo aparece el segundo ataúd blanco, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿cuándo aparecerá el tercero y quién será su ocupante?

En los próximos días continaremos con la lectura del capítulo 6 de Tres ataúdes blancos.

lunes, 9 de mayo de 2011

Tres ataúdes blancos - Capítulo 4

Sigamos leyendo Tres ataúdes blancos, la novela de Antonio Ungar. En esta ocasión nos referiremos al capítulo 4.

Al iniciar el capítulo, José Cantoná, el protagonista, nos relata una pesadilla en la que se ve encerrado mientras atestigua el asesinato de su amada Ada Neira. El sueño será una premonición de lo que depara la historia, pero no le servirá al personaje, pues él lo olvida de inmediato, sino al lector, en el que crea una impresión inmediata por recurrir a una imagen fácil de relacionar con un motivo de la novela: el edificio que sirve de prisión a Cantoná en su sueño parece un ataúd blanco, como los del título, como aquel en el que se encontraba Pedro Akira cuando Cantoná inició el proceso de sustitución. Por primera vez en el texto, el autor nos otorga más información que la que tiene el propio narrador.

Por otro lado, un personaje que sigue resultando intrigante es Jorge Parra, el asesor de Pedro Akira. Su encuentro con Cantoná, que en cierta forma recrea con gran humor negro el momento en el que el candidato fue asesinado, y la distinta forma que ambos tienen de recordar sus días de infancia, nos dejan claro que la percepción que cada tiene de los mismos eventos puede ser muy distinta. Hasta qué punto esta diferencia de opiniones será importante en el desenvolvimiento de la trama es algo que aún estamos por ver.

Respecto a la descripción de la Semana Santa en Miranda, ocurre algo similar a lo que apuntábamos respecto al sueño de Cantoná: el autor nos permite tener información que, aunque nos es dada por el narrador, para él carece de importancia, pero a nosotros nos advierte sobre lo que puede ocurrir. Así, al hablar el protagonista sobre la forma en que los medios y los políticos se comportan durante el periodo vacacional, él no sospecha que nada malo pueda ocurrir, pero nosotros lo intuímos de inmediato, especialmente al atestiguar la forma de actuar de Cantoná: sabemos que cuando vuelva de sus días de descanso en la Ciudad Amurallada (cuyos espacios físico y social, por cierto, guardan una gran semejanza con los de Cartagena de Indias), algo terrible habrá sucedido.

Vale la pena, por último, hacer hincapié una vez más en el gran manejo de la prosa que tiene Antonio Ungar: su forma de viajar del humor a la brutalidad y de regreso es espléndida.



Los invitamos a que sigan compartiendo con nosotros sus experiencias con la lectura de Tres ataúdes blancos y a que nos acompañen en los próximos días para leer el capítulo 5.

viernes, 6 de mayo de 2011

Tres ataúdes blancos - Capítulo 3

Hemos llegado al capítulo 3 de Tres ataúdes blancos de Antonio Ungar.

 

 

Es muy interesante que al mismo tiempo que José Cantoná, el protagonista, sigue en su camino de convertirse en otra persona (el difunto Pedro Akira), el autor continúa en el suyo de construir su verdadera personalidad. El resultado es un personaje bien delineado, complejo, lleno de contradicciones (como la relación de dependencia-rechazo hacia sus padres y la casa paterna).

Junto con Cantoná, también los personajes de Ada Neira y Jairo Calderón son desarrollados más a detalle, lo mismo que sus relaciones con el protagonista: con la primera continúa creciendo su historia de amor y con el segundo no sólo inicia una amistad, sino que se obtiene más información sobre el asesinato de Pedro Akira. ¿Qué les parece la forma en la que surgen y crecen estas dos relaciones?, es decir, ¿les parece que se dan de forma natural de acuerdo con el desenvolvimiento de la historia?

Otros personajes, como Martín Acosta, Jorge Parra y el resto de los dirigentes del Movimiento Amarillo, no parecen tener evolución alguna y en realidad sólo sirven como accesorios para la del propio narrador.

Quizá lo único digno de mencionar respecto a estos personajes sea la intervención (breve y casi imperceptible, pero contundente) de Luis Rabat hacia el final del capítulo. También podemos intuir que será de gran importancia la información a la que Cantoná ha tenido acceso clandestino.

Finalmente, algo de llamar la atención, son los sueños que tiene Cantoná. ¿Encuentran que sean importantes para el desarrollo de la historia? ¿Cómo perciben que se van relacionando con ella?



En los próximos días continuaremos con la lectura del capítulo 4 de Tres ataúdes blancos.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Tres ataúdes blancos - Capítulo 2

Prosigamos con la lectura de Tres ataúdes blancos de Antonio Ungar. En esta ocasión centrémonos en el capítulo 2.

Establecidas ya prácticamente por completo en el prólogo y el capítulo 1 la historia y la personalidad de su protagonista-narrador, ahora es tiempo de presentar a nuevos personajes que se relacionarán con él o nuevas relaciones con personajes ya conocidos. Los primeros en aparecer serán los miembros de la cúpula del Movimiento Amarillo: Luis Rabat, Martín Acosta y María Block. ¿Qué les parece la forma en la que estos personajes han sido construídos por el autor? A partir de la forma en la que son presentados, ¿pueden imaginar antes de continuar la lectura cómo se relacionarán con el protagonista y qué importancia tendrán para el desarrollo de la historia?

En este capítulo podemos ver también cómo crece la relación amorosa entre Cantoná y Ada Neira y las escenas eróticas entre ellos le sirven a Ungar como un nuevo medio para demostrar su magnífico manejo de la prosa. Sin embargo, ¿no les parece que las estas escenas resultan demasiado solemnes para el tono general de la prosa, es decir, que podría haberlas manejado con un poco más de humor? ¿O piensan que están escritas de la manera adecuada?

Donde el sentido del humor se hace de nuevo patente es en las escenas en las que el protagonista navega a través de los sitios de noticias en internet buscando información sobre Miranda. Esta parte del capítulo sirve para consolidar no sólo lo que hemos venido descubriendo del país que describe el autor, sino también para seguir explorando la personalidad de José Cantoná.

Para esto último también será importante un personaje que hasta ahora había aparecido de forma más bien incidental, Jairo Calderón. Dado el papel que parece tener de puente entre el difunto Akira y Cantoná, podemos intuir que su presencia en la historia será muy importante.



Sigan pendientes de Lectores a Fondo, pues continuaremos con el capítulo 3 de Tres ataúdes blancos.

lunes, 2 de mayo de 2011

Tres ataúdes blancos - Capítulo 1

Continuamos con la lectura de Tres ataúdes blancos de Antonio Ungar.

Después de la información que se nos proporcionó en el prólogo, el capítulo 1 termina de redondear cuanto restaba por ser redondeado y nos ofrece nuevos datos; en realidad es todo lo que debería ser el primer capítulo de una novela: establece el conflicto, presenta a los personajes principales y ofrece pistas sobre lo que será el posterior desarrollo de la historia.

Varias cosas son dignas de llamar la atención para nuestra lectura. Lo primero es la vacuidad de la vida del narrador-protagonista José Cantoná, quien acepta sustituir a Pedro Akira (rompiendo con ello las rutinas que constituían su existencia, como ya vimos al referirnos al prólogo), aún a costa de su propia seguridad, por la idea arraigada de que su destino está ligado al del difunto candidato. Para esta suplantación, el protagonista será sometido por su autor a un interminable juego de disfraces, con el fin de evitar mostrarse a quienes pudieran darse cuenta del engaño.

Sin embargo, es en los momentos en los que se arranca todas las máscaras cuando más se parece a Akira, según nos dice él mismo, y cuando más cercana parece ser su relación con la enfermera Ada Neira, lo que nos lleva a preguntarnos si ella se siente atraída a Cantoná o al recuerdo del muerto.

También en este capítulo se termina de delinear a quien, nos previene el propio narrador, será una figura principalísima dentro del relato: el presidente Tomás del Pito. De nuevo el talento de Ungar se hace presente para describir a un personaje que es al mismo tiempo temible y ridículo, el “minúsculo magnánimo”, el irrisorio dictador de la República de Miranda que resulta ser omipotente y omnipresente, como un dios. Del Pito también lleva su propia máscara, en este caso la de un gobernante patriota y piadoso, para ocultar su despotismo y sus corruptelas. La máscara es sostenida por la mayor parte de los medios de comunicación, cómplices del poder, y mantenida por medio de la represión.

Una última referencia religiosa se encuentra en el tiempo trancurrido durante el relato de estos hechos: seis días, el mismo tiempo que la tradición judeocrsitiana establece para la creación del mundo.



En los próximos días continaremos con la lectura del capítulo 2 de Tres ataúdes blancos. Mientras tanto, sigan compartiendo con nosotros sus propias lecturas.