Club del Libro

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jueves, 30 de junio de 2011

La muerte de un instalador: la histora de una larga caída

Bienvenidos a la sexta lectura del reto de 18 novelas en 18 semanas: La muerte de un instalador, de Álvaro Enrigue.

Álvaro EnrigueÁlvaro Enrigue (México, 1969) es uno de los escritores más contundentes de entre quienes irrumpieron en la narrativa mexicana a finales del siglo XX. Escritor, crítico literario y editor, ha colaborado en diversas revistas y diarios, así como editoriales. La muerte de un instalador obtuvo en 1996 el Premio de Primera Novela Joaquín Mortiz. Es autor además de los libros de relatos Virtudes capitales e Hipotermia, y de las novelas Vidas perpendiculares y Decencia.



En La muerte de un instalador, a Aristóteles Brumell y Sebastián Vaca, principales personajes de la historia, los une el arte: el primero es coleccionista, el segundo instalacionista. Ambos se encuentran por primera vez frente a la contemplación de una obra que los embelesa: el cadáver de un hombre que se hacía llamar el Utopista y que acaba de caer al vacío (no podía ser de otra forma) desde un sexto piso.

Brumell conoce a Sebastián, pero lo oculta. Sebastián conoce a Brumell y se lo hace saber. Sin embargo, Sebastián en realidad no conoce a Brumell. Ignora, por ejemplo, el desprecio que siente por los artistas. Ignora que él mismo se considera un artista verdadero y que la caída del Utopista, en la que tanta belleza encontraron ambos, es una de sus obras. Ignora, sobre todo, que acaba de caer en sus garras y el autor nos hace un guiño a los lectores al final del capítulo correspondiente, cuando Brumell le dice a Vaca que sus ojos negros son, como los del Lobo Feroz frente a Caperucita, “para verlo mejor”.

A partir de ese momento Sebastián se convertirá en la nueva obra de Brumell, un “experimento”, como le gusta llamar a sus acciones que no tienen otro fin más que degradar a quien ha elegido como su presa hasta el punto en que no puedan caer más bajo (como ocurrió, muy rápida y simbólicamente con el Utopista, cuyo nombre podría pasar desapercibido, pero que en sí mismo encierra una clave).

Hasta qué punto llegará la interminable caída del instalacionista y de qué medios se valdrá Brumell hacerlo tropezar es algo que descubriremos a lo largo de esta novela llena de un humor tan cruel como los actos del millonario.



Durante estos días sigan leyendo con nosotros La muerte de un instalador, de Álvaro Enrigue, en el reto de 18 novelas en 18 semanas.

miércoles, 29 de junio de 2011

Ninguna eternidad como la mía: Recomendaciones y nueva lectura

Terminamos la lectura de Ninguna eternidad como la mía, de Ángeles Mastretta, el quinto de los libros del reto de 18 novelas en 18 semanas, y es tiempo de hacer algunas recomendaciones literarias para quienes hayan disfrutado de esta lectura.



En primer lugar, habrá que recomendar algunas libros más de la propia Ángeles Mastretta, como Mal de amores (Premio Rómulo Gallegos 1997) y la muy conocida Arráncame la vida (Premio Mazatlán 1985). En ambas novelas se retratan historias de amor protagonizadas por fuertes personajes femeninos.

Una escritora que logra la creación de personajes femeninos memorables es Almudena Grandes, para ejemplo su libro de relatos Modelos de mujer. Además, tratándose de novelas en las que el punto de vista femenino es primordial, no pueden faltar en la lista Jane Austen, con clásicos como Sentido y sensibilidad y Orgullo y prejuicio, y Marguerite Duras, con El amante.

Orgullo y prejuicio El amante

En Ninguna eternidad como la mía, la renuncia al amor se transforma en arte. En este sentido podemos recomendar La hija del Caníbal, de Rosa Montero, y Leonora, de Elena Poniatowska, sobre dos mujeres dedicadas al arte (la primera muy ficticia, la segunda muy real) que deben sobrellevar la pérdida amorosa.

Otras grandes historias de amor, con los más variados desenlaces, y muy recomendables, son El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez; Ana Karenina, de Lev Tolstói, y Mira si yo te querré, de Luis Leante.

Leonora Ana Karenina

¿Qué otros libros le recomendarían a quienes disfrutaron Ninguna eternidad como la mía, de Ángeles Mastretta?



A partir de mañana iniciaremos la lectura de un nuevo libro en el reto de 18 novelas en 18 semanas: La muerte de un instalador, de Álvaro Enrigue.

El apando

lunes, 27 de junio de 2011

Ninguna eternidad como la mía: Textos citados

Continuamos con nuestra lectura del quinto libro del reto de 18 novelas en 18 semanas: Ninguna eternidad como la mía, de Ángeles Mastretta.



A lo largo de la novela aparecen referencias explícitas a algunos textos de diversos autores que se utilizan como una forma de reforzar lo dicho en la historia. Para hacer una lectura a fondo, hablaremos un poco aquí de dichos textos.

Así, cuando Isabel se encuentra enamorada de Javier Corzas “sin don, ni tino, ni cuidados”, como diría Prudencia, y se reconoce dispuesta a renunciar a cualquier cosa por él, le canta un verso de la canción “Te lo juro yo” del poeta y compositor sevillano Rafael de León (1908-1982). En esta canción, un amante se dirige al objeto de su afecto y le jura todo lo que sería capaz de hacer por su amor:


Por ti yo sería capaz de matar,
por ti contaría la arena del mar.
y que si te miento me castigue Dios,
eso con la mano sobre el evangelio
te lo juro yo.


Retrato de Renato LeducEn el momento en el que Corzas decide romper con Isabel cita a “un amigo suyo que fue capaz de hacer un soneto con la palabra 'tiempo'”. Por supuesto, se refiere a Renato Leduc (1897-1986) y al célebre poema en que “habla del tiempo perdido que como dice el dicho, los santos lloran”:



Sabia virtud de conocer el tiempo;
a tiempo amar y desatarse a tiempo;
como dice el refrán: dar tiempo al tiempo...
que de amor y dolor alivia el tiempo.


Es curioso que sea Corzas quien cita el soneto, pues éste parecería más apropiado para la situación de Isabel, ya que es ella a quien “aquel amor a quien amó a destiempo martirizóla tanto y tanto tiempo” y será ella a quien el tiempo aliviará dl amor y del dolor, aunque en un principio éste le parezca eterno.

Rubén DaríoPor último, doña Prudencia, para referirse a sus viejos amores, cita la “Canción de otoño en primavera”, de Rubén Darío (1867-1916). Este poema, al igual que el de Leduc, es célebre sobre todo por sus primeros versos, que, en cierta forma, se han vuelto un lugar común:



Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...



La nostalgia que se muestra en todo el poema se relaciona con la que siente doña Prudencia al ser testigo, ya en su edad madura, del juvenil amor de Isabel, a quien anima, protege y consuela.



Muy pronto concluiremos Ninguna eternidad como la mía, de Ángeles Mastretta, con algunas recomendaciones literarias para quienes la hayan disfrutado y con el anuncio de la nueva lectura del reto de 18 novelas en 18 semanas.

jueves, 23 de junio de 2011

Ninguna eternidad como la mía

Ángeles MastrettaHoy iniciamos la lectura de un nuevo libro dentro del reto de 18 novelas en 18 semanas: Ninguna eternidad como la mía, de Ángeles Mastretta.



Ángeles Mastretta (Puebla, 1949) inició su carrera en las letras como periodista y en 1985 publicó su primera y exitosa novela, Arráncame la vida, con la que obtuvo el Premio Mazatlán. A éste siguieron, entre otros títulos, Mujeres de ojos grandes, Mal de amores (Premio Rómulo Gallegos 1997) y la que esta semana leeremos nosotros, Ninguna eternidad como la mía.

En esta breve novela, la autora nos cuenta la historia de Isabel Arango, una mujer nacida a principios del siglo XX en el puerto de Alvarado, Veracruz, durante una tormenta. El diluvio que marca su nacimiento y el inicio de esta historia, se enlazará con otro diluvio que ella misma provocará hacia el final del texto. Ninguno de los diluvios, sin embargo será eterno; eventualmente ambos llegarán a su fin.

Alvarado, Veracruz

Entre ambos extremos de la historia seremos testigos, junto con los majestuosos volcanes que custodian el Valle de México, Popocatépetl e Iztaccíhuatl, de las pasiones que se apoderarán de Isabel una vez que haya llegado a la capital: la danza, que en primera instancia motivó su viaje y el abandono de la casa paterna, y el amor de un poeta que admira la forma en la que el arte la embriaga.

 

La autora nos muestra a una Isabel fuerte e imponente, pero capaz de renunciar a cualquier fuerza, e incluso a cualquier sueño, ante la proximidad del amor. Éste, sin embargo, no será tan sólido ni tan eterno como los volcanes por los que se obsesiona la protagonista. Ella, que debería parecernos más fuerte al compararla con el poeta Corzas, por el contrario ante la presencia del enamorado acentúa sus debilidades. Es sólo con la lejanía del amante, y el dolor que esto le provoca, que Isabel muestra la pasión que dice sentir por la danza. Cabe preguntarse si cuando el dolor mengüe disminuirá también la pasión con la que el cuerpo de Isabel crea arte.

Volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl

Esta semana seguiremos leyendo Ninguna eternidad como la mía, de Ángeles Mastretta; compartan con nosotros las impresiones que esta novela les provoque.

miércoles, 22 de junio de 2011

Las hojas muertas: recomendaciones y nueva lectura

Hemos concluido la lectura de Las hojas muertas, de Bárbara Jacobs, el cuarto libro de nuestro reto de 18 novelas en 18 semanas. Ahora es tiempo para algunas recomendaciones literarias para quienes hayan disfrutado de esta historia.



Empezaremos por recomendar un par de lecturas de la pluma de la propia Bárbara Jacobs: la novela Vida con mi amigo, también, como Las hojas muertas, de corte autobiográfico, y el libro de relatos Doce cuentos en contra, donde podemos atestiguar una vez más su refinado e inclasificable estilo.

En esta historia, la autora nos relata en forma de novela la saga de una familia inmigrante a partir de la vida uno de sus miembros, en este caso el padre. Si disfrutaron esta lectura, seguramente les gustará Las genealogías, de Margo Glantz, donde nos narra la historia autobiográfica de una familia judía en su exilio de Europa al Nuevo Mundo. También les recomendamos la serie de libros de Jordi Soler en los que aborda la vida de su familia republicana catalana que se exilia en México tras la imposición del franquismo en España: Los rojos de ultramar, La última hora del último día y La fiesta del oso. Otros libros que siguen el mismo camino son La bobe, de Sabina Berman; En el verano, la tierra, de Carlos Martínez Assad, y Las tres primeras personas, de Héctor Azar.

Los rojos de ultramar La bobe

El chileno Alberto Fuguet también nos cuenta la historia de su familia, emigrada a los Estados Unidos, a partir de un enigmático personaje, su tío Carlos, en Missing (una investigación).

Y hablando de sagas de familias emigradas (aunque no necesariamente autobiográficas), no se pueden perder la magnífica Middlesex, del escritor estadounidense de origen griego Jeffrey Eugenides.

Missing (una investigación) Middlesex

A partir de mañana nos dedicaremos a la lectura del quinto libro de nuestras 18 novelas en 18 semanas: Ninguna eternidad como la mía, de Ángeles Mastretta.

Ninguna eternidad como la mía

lunes, 20 de junio de 2011

Las hojas muertas. La ficción de la realidad

Continuamos leyendo la cuarta de las 18 novelas en 18 semanas de nuestro reto: Las hojas muertas, de Bárbara Jacobs.



Los narradores aprovechan una de las constantes ausencias de sus padres, que viajan con frecuencia, para averiguar más sobre el hombre cuya historia pretenden contarnos.

No resulta raro encontrarnos con que la historia de este hombre que vive entre libros sea parecida a la de un personaje de novela y que la mayor parte de los datos que sus hijos nos proporcionan sean imaginados o supuestos: ficciones que ellos mismos se inventan para llenar los muchos espacios en blanco que hay en la vida de ese padre silencioso, del que no se pueden obtener más que unas cuantas palabras de vez en vez.

Podemos ver que desde su juventud el hombre, a quien antes definimos como un eterno viajero, era un nómada que no parecía encontrar su lugar en el mundo, capaz de desapegarse de los seres cercanos y desprenderse de cualesquiera posesiones que tuviera, las cuales, por otro lado, nunca parecían ser más que libros. Estos mismos libros podrían ser la causa de su eterno nomadismo, pues le mostrarán un mundo completamente distinto del que conoce y decidirá ir a buscarlo.

Miembros de la Brigada Lincoln

[Miembros de la Brigada Lincoln]

Además, sus ideas políticas y sociales (algunas de ellas aprendidas también de los libros) harán que quienes lo rodean lo miren con extrañeza (cuando no con suspicacia o desconfianza), y por ello deambulará por todo el mundo, ya como periodista, ya como soldado, buscando un lugar donde pueda encajar, aunque tal vez nunca lo halle.

El azar y el amor lo llevarán a un nuevo exilio, quizá el definitivo, a México, donde continuará esta historia cuando reanudemos la lectura.

Los invitamos a que sigan leyendo Las hojas muertas, de Bárbara Jacobs, como parte de nuestro reto de 18 novelas en 18 semanas.

jueves, 16 de junio de 2011

Las hojas muertas

Damos inicio a la lectura de la cuarta de nuestras 18 novelas en 18 semanas: Las hojas muertas, de Bárbara Jacobs.

Las hojas muertasBárbara Jacobs (1947) es una de las narradoras mexicanas más notables de las últimas décadas. Su prosa es particularmente atractiva por lo difícil que resulta clasificarla en moldes tradicionales y por su singular estilo, en el que se encuentran las más diversas modulaciones. Su novela de rasgos biográficos Las hojas muertas (1987), ganadora del Premio Xavier Villaurrutia, es clara muestra de dicho estilo íntimo y evocador, a la vez que complejo y radicalmente distinto a lo que se acostumbra en relatos de este tipo.



Lo primero que llama la atención de la historia es que no tiene un narrador, sino muchos. La narración se realiza en primera persona del plural, y no la lleva a cabo el personaje principal, sino sus hijos e hijas: “Ésta es la historia de papá, papá de todos nosotros.”

Esta multiplicidad se narradores se refleja en la forma en la que la historia se cuenta, a partir de distintos recuerdos que se sobreponen, se repiten o se pierden y que intentan darnos una idea de quién es este hombre que durante la primera parte de la novela resulta un gran misterio para sus hijos, que saben apenas unas cuántas cosas sobre él, principalmente que participó en una guerra que perdió, pese a estar del lado de los buenos. De esta forma, los recuerdos rodean al padre y se dirigen a las personas cercanas a él: su madre, Mama Salima, mujer originaria de Hasrun, en las montañas de Líbano que muy joven emigra a los Estados Unidos, donde ahora vive en Saginaw, Michigan, quizá porque el paisaje le recuerda el de Walden, La vida en los bosques, de H. D. Thoreau, su libro de cabecera; su hermano, tío Gustav sin o; su hermana, tía Lou-ma; su mujer, la madre de los narradores; sus amigos. Se nos habla además de qué une al padre con todos estos personajes y qué lo separa de ellos, cuáles son sus afinidades y sus diferencias.

Hasrun, Líbano

Y así, aunque el padre siga siendo un misterio para sus hijos, para los lectores poco a poco va tomando forma este hombre silencioso, ensimismado, que ha heredado de su madre una gran afición por la lectura, sensible, y para quien la única película que vale la pena es El tesoro de la Sierra Madre, de John Huston, basada en una novela de B. Traven, aunque sus hijos prefieran ¿Qué pasó con Baby Jane?, con Bette Davis. Un hombre que a pesar de tener una gran familia, es un solitario y que, quizá debido a su condición de hijo de emigrantes, y emigrante él mismo después, parece ser incapaz en todo momento de encontrar su lugar en el mundo, incluso en su hogar y entre su familia, y que vive viajando ya sea a través de las páginas de los libros o en su Cadillac por largas carreteras o en aviones y cuya condición de eterno viajero es tal que trabaja en un hotel y prácticamente todos sus amigos son extranjeros.

Bette Davis en ¿Qué pasó con Baby Jane?

[Fragmento de la película ¿Qué pasó con Baby Jane?
al que se hace referencia en la novela,
en el que Bette Davis canta I've Written a Letter to Daddy]

Y pese a la aparente lejanía del padre hay algo que desde el principio queda muy claro respecto a los narradores, sus hijos: Eran felices.

¿Qué otras impresiones les ha causado el inicio de la lectura de Las hojas muertas, de Bárbara Jacobs?



Durante la próxima semana seguiremos leyendo Las hojas muertas, de Bárbara Jacobs, esperamos que nos acompañen en esta lectura.

miércoles, 15 de junio de 2011

La gaviota: Recomendaciones y nueva lectura

Hemos llegado al final de nuestra lectura de La gaviota, de Juan García Ponce, la tercera de las 18 novelas en 18 semanas. Es momento de hacer algunas recomendaciones literarias para quienes hayan disfrutado de este libro.



Empezaremos recomendando otros libros del propio García Ponce, magnífico autor en cuyas obras se encuentra siempre presente, de forma más o menos evidente, el erotismo. Lo primero sería acercarse a los relatos que, junto con La gaviota, fueron originalmente publicados en el volumen Encuentros: “El gato” y “La plaza”. En ambos, al igual que en la novela corta que acabamos de leer, hay una presencia externa que anima al encuentro de los amantes. Las novelas donde su celebración del erotismo encuentra su máxima espresión tal vez sean Inmaculada o los placeres de la inocencia y Pasado presente.

Encuentros Inmaculada o los placeres de la inocencia

Otras novelas donde se encuentra presente el descubrimiento del erotismo y la sexualidad por parte de jóvenes son Edén, de Alejandro Rossi; El principio del placer, de José Emilio Pacheco (de quien muy pronto leeremos Las batallas en el desierto), y El jardín de cemento, de Ian McEwan.

También les recomendamos acercarse a autores cuya influencia fue decisiva sobre el escritura de García Ponce, como Thomas Mann, de quien sin duda disfrutarán el espíritu contemplativo y de búsqueda de la belleza de Muerte en Venecia, y Robert Musil, quien en Las tribulaciones del estudiante Törless dibuja un entrañable personaje adolescente.

Edén Las tribulaciones del estudiante Törless

Finalmente, para ahondar en las ideas sobre el erotismo de García Ponce, pueden leer a un autor de gran influencia en su pensamiento: Georges Bataille, en particular con El erotismo y Las lágrimas de Eros.

¿Qué otros libros recomendarían para quienes disfrutaron la lectura de La gaviota, de Juan García Ponce?



A partir de mañana nos embarcaremos en una nueva lectura dentro del reto de 18 novelas en 18 semanas: Las hojas muertas, de Bárbara Jacobs. Esperamos que sigan leyendo a Fondo con nosotros.

Las hojas muertas

martes, 14 de junio de 2011

La gaviota: erotismo y violencia

Continuamos con nuestra lectura de La gaviota, de Juan García Ponce, como parte del reto de 18 novelas en 18 semanas.



A propósito de los símbolos en la novela hablamos antes sobre la luz, que parece simbolizar las sensaciones nuevas y perturbadoras que Katina despierta en Luis.

Hay otro símbolo presente a lo largo de la historia que, por más obvio, dejamos para el final, pero que indudablemente se relaciona con el erotismo entre los jóvenes, la atracción libre y violenta que siente cada uno por el otro. Nos referimos, por supuesto, al ave que da título al relato, la gaviota que sigue a la pareja cada vez que pasean por la playa.

Como ocurre en otros relatos de García Ponce, particularmente El gato, al animal se transfieren los instintos de los amantes y él es testigo de la pasión ente ellos. A través de la presencia externa, los jóvenes se descubrirán mutuamente.

La gaviota le servirá al autor como una forma de encarnar sus concepciones sobre el erotismo, fuertemente influenciadas por Georges Bataille, en el sentido del acto erótico como forma de sacrificio y trascendencia, de destrucción y creación. Cuando Luis y Katina consuman su encuentro en la playa, lo hacen prácticamente sobre el cadáver de la gaviota que aquél, en un violento arrebato, ha matado. La muerte de la gaviota (el crimen) es en cierta forma el origen del erotismo. Y el ciclo se cierra cuando, tras consumar el encuentro erótico, el cadáver de la gaviota ha desaparecido, como si ésta hubiera revivido y remontado una vez más el vuelo: el erotismo es el origen de la vida, de la creación.

¿Qué otras ideas surgen en ustedes de la figura de la gaviota en esta novela?



Mañana llegaremos al final de la lectura de La gaviota, de Juan García Ponce, con algunas recomendaciones para quienes hayan disfrutado su lectura y el anuncio de la próxima de nuestro reto de 18 novelas en 18 semanas.

jueves, 9 de junio de 2011

La gaviota: un relato deslumbrante

Hoy iniciamos la lectura del tercer libro de nuestro reto de 18 novelas en 18 semanas: La gaviota, de Juan García Ponce.



García Ponce (1932-2003) forma parte de una importante generación de escritores mexicanos (entre los que podemos contar a Salvador Elizondo, José de la Colina, Inés Arredondo, Sergio Pitol, entre otros) y de todos ellos se distingue como el más prolífico y el más representativo. Su obra abarca el ensayo y la crítica literaria y de arte, pero lo más importante en ella es su narrativa. García Ponce es, a decir de Christopher Domínguez Michael, “uno de los creadores más seductores de México”.

Dentro de su obra, La gaviota destaca como uno de sus mejores textos y, según Octavio Paz, es una de las obras en las que se manifiestan de manera más concentrada “sus fábulas, sus invenciones y sus obsesiones”.

Juan García Ponce

[Aquí pueden visitar el sitio oficial del escritor Juan García Ponce]

La gaviota es un relato deslumbrante. Lo es, obviamente, por lo depurado de su prosa, cuidadosamente construida. Lo es por la forma en que el autor se vale del lenguaje para crear imágenes llenas de plasticidad, que podemos ver conforme las leemos. Lo es por el lirismo de su escritura, en el que se basa para la creación de sus personajes y, muy especialmente, para la creación de símbolos que hermanan a su narrativa con la poesía.

Uno de esos símbolos es la luz, y ésa es la mayor razón por la que el relato deslumbra: por la luz que emite. A cada momento la luz aparece, llenando la mirada de los personajes y del lector; es “una luz única, intangible, bajo la que desaparecen los colores y las formas”.

El símbolo de la la luz se asocia principalmente a Katina, o, mejor dicho, a lo que su presencia provoca en Luis: el descubrimiento de un mundo nuevo. Así, cuando ella lo insta a mirar las estrellas, a él le parece como si las viera por primera vez y también por primera vez (aunque antes fanfarroneara de lo contrario) logra ver en su compañía los fuegos fatuos del cementerio.

El cielo es pura luz sin espacio cuando Katina se desnuda frente a Luis para meterse a nadar al mar y cuando ambos se unen sobre la arena, al final del relato, sólo hay espacio sin sombras.

Donde quiera que Katina se encuentra, la naturaleza parece querer iluminarla, para beneficio de la mirada de Luis.

Durante una semana seguiremos leyendo La gaviota, de Juan García Ponce. No olviden compartir con nosotros su lectura de la obra.

miércoles, 8 de junio de 2011

El apando: Recomendaciones y nueva lectura

Hemos llegado al final de El apando, de José Revueltas, la segunda de nuestro reto de 18 novelas en 18 semanas; y, como hicimos con Elsinore: un cuaderno, terminaremos con algunas recomendaciones para quienes hayan disfrutado de esta novela y quieran profundizar en su lectura.

Las primeras recomendaciones, por supuesto, serán otras obras del propio José Revueltas, uno de los más lúcidos y comprometidos escritores de nuestro país. Imprescindibles dentro de su gran obra son los cuentos de Dormir en tierra y la novela El luto humano, que, como El apando, representan en la ficción distintas realidades de la sociedad.

Sobre la brutalidad del ambiente carcelario se ha escrito mucho. Recordaremos para empezar un par de novelas que, al igual que El apando, fueron escritas por autores que de hecho pasaron un tiempo encarcelados: Memorias de la casa muerta, de Fiodor Mijáilovich Dostoievski, sobre su propia experiencia como prisionero en Siberia, y La Isla de los hombres solos, de José León Sánchez, sobre el terrible estado de la cárcel de San Lucas, en Costa Rica.

Algunos otros relatos son completamente ficticios, pero no por ello menos brutales en la realidad que reflejan. Pensemos en El final de Alice, de A. M. Homes, y en El amante de Janis Joplin, de Élmer Mendoza.

No puede faltar, por supuesto, una visión posmoderna de la cárcel y la literatura carcelaria: Prisión perpetua, de Ricardo Piglia.

Dormir en tierra Prisión perpetua

El encierro puede ocurrir de maneras distintas. Por ejemplo, al aire libre, como en La vorágine, de José Eustasio Rivera, una de las novelas seminales de la narrativa hispanoamericana moderna. O puede un hombre estar encerrado al interior de sí mismo, como le ocurre a Juan Pablo Castel, el protagonista de El túnel, de Ernesto Sabato, quien vive físicamente encerrado en una celda y mentalmente, en un túnel sin salida. Una comparación entre distintas formas de encierro podemos verla en uno de los cuentos más celebrados de Jorge Luis Borges: “Los dos reyes y los dos laberintos”.

Por último recordaremos que en El apando hay varias referencias a la cabeza de los apandados cuando se asoman por el postigo de la puerta. También sobre cabezas desprendidas del cuerpo tenemos un par de recomendaciones: Salomé, la pieza teatral de Oscar Wilde que retoma la historia bíblica de Juan el Bautista y la seductora hija de Herodías que da título a la obra, y Hay que sonreír, de Luisa Valenzuela, una novela de amor brutal en el que juega un importante papel el truco de feria de la cabeza parlante que en Argentina se conoce como “la flor azteca”.

Lectura gratuita: Texto completo de Salomé en Archive.org [en inglés] Hay que sonreír

¿Qué otras recomendaciones tienen ustedes para quienes disfrutaron la lectura de El apando, de José Revueltas?



A partir de mañana iniciaremos la tercera lectura de nuestro reto de 18 novelas en 18 semanas. Ahora tocará el turno de La gaviota, de Juan García Ponce.

ELa gaviota

martes, 7 de junio de 2011

El apando: una historia humana sin seres humanos

Continuamos la lectura del segundo libro de nuestro reto de 18 novelas en 18 semanas, El apando, de José Revueltas.

Imagen de la película El apando de Felipe Cazals

[Fotograma de la película El apando, de Felipe Cazals]

Desde las primeras líneas del libro, el autor nos habla de una falta de libertad que va más allá de lo obvio en una historia que toma lugar en una cárcel, como ya vimos antes. Pero nos habla también de la caracterización de los personajes de esta historia:



Estaban presos ahí los monos, nada menos que ellos, mona y mono; bien, mono y mono, los dos, en su jaula, todavía sin desesperación, sin desesperarse del todo, con sus pasos de extremo a extremo [...]



Todos quienes, por alguna razón u otra, entran al Palacio Negro, pierden cualquier rasgo de humanidad. Revueltas construye su historia alrededor de personajes monstruosos, fenómenos de feria siempre dispuestos a mostrar lo peor de sí mismos.

Los policías son monos, bestias que no han evolucionado lo suficiente para ser hombres, y carecen por ello de entendimiento y de sensaciones humanas. Pero no son los únicos: el primero de los presos a quien conocemos, Polonio, es sólo una cabeza, inmóvil, incapaz de hacer nada más que gritar para insultar a los monos y verlos a medias, pues sólo un ojo le sirve en la posición en que se encuentra. Lo mismo ocurrirá con otro preso, Albino, cuando le llegue su turno en el postigo de la puerta del apando, pero él mismo es un fenómeno de feria por derecho propio, con el tatuaje que muestra a cada momento. Ambos son personajes violentos, viciosos, insensibles.

Pero quizá el más monstruoso de los personajes sea El Carajo, el tercer apandado. Si sus compañeros de castigo quedan con un ojo inutilizado al asomarse al extrerior de la celda, él es tuerto de verdad, además de tullido y contrahecho. No tiene siquiera el beneficio de un nombre, es sólo El Carajo, porque es eso para lo único que vale. Es un ser tan despreciable que no inspira compasión en su propia madre, que desea a cada momento su muerte, ni siente él mismo compasión alguna por ella y será capaz de venderla para salvar su propio pellejo. Un ser tan despreciable y de tan poca importancia, en fin, que para Polonio y Albino no vale la pena siquiera matarlo. “Ya para qué.”

¿Qué otros rasgos de inhumanidad encuentran en los personajes de El apando?

Mañana no se pierdan las recomendaciones literarias para quienes hayan disfrutado de El apando, de José Revueltas, y el anuncio de la tercera lectura de nuestro reto de 18 novelas en 18 semanas.

jueves, 2 de junio de 2011

El apando: encierro dentro del encierro

Continuamos con nuestro reto de 18 novelas en 18 semanas. Nuestra segunda lectura es El apando, de José Revueltas.

Revueltas estudiando en su celda de Lecumberri (1969 ó 1970)

[Aquí pueden ver una breve semblanza de José Revueltas en un video realizado en 1994 por Julio Pliego Medina]

Revueltas (1914-1976) escribió esta novela en 1969, mientras se encontraba prisionero en la cárcel de Lecumberri, el legendario Palacio Negro. La historia fue escrita durante un encierro y narra muchos encierros.

Los tres personajes principales, Polonio, Albino y El Carajo, no sólo han sido separados de la sociedad y confinados a un reclusorio, sino que incluso dentro de él han sido desterrados en el apando, la celda de castigo. Doblemente aislados, los tres hombres deben reinventar las leyes de convivencia y éstas se basarán en la brutalidad. Encerrados dentro de sus propias mentes, no existe entre ellos comunicación que no se base en la violencia.

Desde el postigo de la puerta del apando se puede ver el cajón de vigilancia de los celadores, un largo rectángulo enrejado dentro del patio de la cárcel, en donde los guardianes se pasean de un lado al otro como fieras enjauladas. “Los monos”, los llaman los presos. Ellos también son prisioneros, que pasan un día sí y otro no dentro de la misma cárcel que los otros.

A los apandados los visitan tres mujeres provenientes del exterior: Meche, La Chata y la madre del Carajo. Pero que ellas no vivan dentro de la cárcel, no significa que sean libres. Encadenadas sin remedio a sus prisioneros, por su causa serán objeto de vejaciones fuera y dentro de la cárcel.

Los hombres sólo salen de su encierro para dirigirse a otro, el de los monos, y dentro de éste serán nuevamente encerrados, dentro de jaulas improvisadas para contener la violencia que su momentánea libertad ha desatado.

[Fragmento de la película El apando, dirigida por Felipe Cazals]

La única verdadera libertad dentro del relato corresponde al narrador, que sin parar pasa de la cabeza de un personaje a la de otro, revelándonos los secretos, los temores, los deseos de cada uno.



Sigan al pendiente de Lectores a Fondo, donde seguiremos leyendo El apando, de José Revueltas, y compartan con nosotros las impresiones que este poderoso texto deje en ustedes.

miércoles, 1 de junio de 2011

Elsinore: un cuaderno - Recomendaciones y nueva lectura

Concluimos nuestra lectura de Elsinore: un cuaderno, de Salvador Elizondo, como parte inicial de nuestro reto 18 novelas en 18 semanas.

Como las lecturas nunca se terminan, qué mejor que algunas recomendaciones literarias para quienes hayan disfrutado de este libro.

Podemos empezar refiriéndonos a algunos otros libros del propio autor, Salvador Elizondo: los inclasificables textos de El grafógrafo y los cuentos de El retrato de Zoe y otras mentiras son una buena opción para empezar a conocer más de este gran escritor. Y, por supuesto, para quienes quieran ir a fondo, su obra maestra. Farabeuf o la crónica de un instante, una novela excepcional donde veremos desarrollados hasta el límite los temas que siempre obsesionaron al escritor: la memoria y el olvido, el erotismo, las imágenes...

El retrato de Zoe y otras mentiras Farabeuf o la crónica de un instante

Respecto a historias de aprendizaje en las que los niños que descubren el mundo de los adultos, un clásico sin duda es El guardián entre el centeno (The Catcher in the Rye), de J. D. Salinger; y en cuanto a escritores hispanoablantes, podemos mencionar dos obras que no deben faltar en ninguna biblioteca: La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa, y Las buenas conciencias, de Carlos Fuentes.

Además, como parte de este reto nos esperan otras obras con temática parecida: Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco, y Educar a los topos, de Guillermo Fadanelli. No olviden leerlas junto con nosotros.

Las batallas Educar a los topos

Pronto continuaremos con el segundo libro de nuestro reto de 18 novelas en 18 semanas. Nuestra próxima lectura a fondo será El apando, de José Revueltas.

El apando