Club del Libro

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martes, 7 de junio de 2011

El apando: una historia humana sin seres humanos

Continuamos la lectura del segundo libro de nuestro reto de 18 novelas en 18 semanas, El apando, de José Revueltas.

Imagen de la película El apando de Felipe Cazals

[Fotograma de la película El apando, de Felipe Cazals]

Desde las primeras líneas del libro, el autor nos habla de una falta de libertad que va más allá de lo obvio en una historia que toma lugar en una cárcel, como ya vimos antes. Pero nos habla también de la caracterización de los personajes de esta historia:



Estaban presos ahí los monos, nada menos que ellos, mona y mono; bien, mono y mono, los dos, en su jaula, todavía sin desesperación, sin desesperarse del todo, con sus pasos de extremo a extremo [...]



Todos quienes, por alguna razón u otra, entran al Palacio Negro, pierden cualquier rasgo de humanidad. Revueltas construye su historia alrededor de personajes monstruosos, fenómenos de feria siempre dispuestos a mostrar lo peor de sí mismos.

Los policías son monos, bestias que no han evolucionado lo suficiente para ser hombres, y carecen por ello de entendimiento y de sensaciones humanas. Pero no son los únicos: el primero de los presos a quien conocemos, Polonio, es sólo una cabeza, inmóvil, incapaz de hacer nada más que gritar para insultar a los monos y verlos a medias, pues sólo un ojo le sirve en la posición en que se encuentra. Lo mismo ocurrirá con otro preso, Albino, cuando le llegue su turno en el postigo de la puerta del apando, pero él mismo es un fenómeno de feria por derecho propio, con el tatuaje que muestra a cada momento. Ambos son personajes violentos, viciosos, insensibles.

Pero quizá el más monstruoso de los personajes sea El Carajo, el tercer apandado. Si sus compañeros de castigo quedan con un ojo inutilizado al asomarse al extrerior de la celda, él es tuerto de verdad, además de tullido y contrahecho. No tiene siquiera el beneficio de un nombre, es sólo El Carajo, porque es eso para lo único que vale. Es un ser tan despreciable que no inspira compasión en su propia madre, que desea a cada momento su muerte, ni siente él mismo compasión alguna por ella y será capaz de venderla para salvar su propio pellejo. Un ser tan despreciable y de tan poca importancia, en fin, que para Polonio y Albino no vale la pena siquiera matarlo. “Ya para qué.”

¿Qué otros rasgos de inhumanidad encuentran en los personajes de El apando?

Mañana no se pierdan las recomendaciones literarias para quienes hayan disfrutado de El apando, de José Revueltas, y el anuncio de la tercera lectura de nuestro reto de 18 novelas en 18 semanas.

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