Club del Libro

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lunes, 2 de mayo de 2011

Tres ataúdes blancos - Capítulo 1

Continuamos con la lectura de Tres ataúdes blancos de Antonio Ungar.

Después de la información que se nos proporcionó en el prólogo, el capítulo 1 termina de redondear cuanto restaba por ser redondeado y nos ofrece nuevos datos; en realidad es todo lo que debería ser el primer capítulo de una novela: establece el conflicto, presenta a los personajes principales y ofrece pistas sobre lo que será el posterior desarrollo de la historia.

Varias cosas son dignas de llamar la atención para nuestra lectura. Lo primero es la vacuidad de la vida del narrador-protagonista José Cantoná, quien acepta sustituir a Pedro Akira (rompiendo con ello las rutinas que constituían su existencia, como ya vimos al referirnos al prólogo), aún a costa de su propia seguridad, por la idea arraigada de que su destino está ligado al del difunto candidato. Para esta suplantación, el protagonista será sometido por su autor a un interminable juego de disfraces, con el fin de evitar mostrarse a quienes pudieran darse cuenta del engaño.

Sin embargo, es en los momentos en los que se arranca todas las máscaras cuando más se parece a Akira, según nos dice él mismo, y cuando más cercana parece ser su relación con la enfermera Ada Neira, lo que nos lleva a preguntarnos si ella se siente atraída a Cantoná o al recuerdo del muerto.

También en este capítulo se termina de delinear a quien, nos previene el propio narrador, será una figura principalísima dentro del relato: el presidente Tomás del Pito. De nuevo el talento de Ungar se hace presente para describir a un personaje que es al mismo tiempo temible y ridículo, el “minúsculo magnánimo”, el irrisorio dictador de la República de Miranda que resulta ser omipotente y omnipresente, como un dios. Del Pito también lleva su propia máscara, en este caso la de un gobernante patriota y piadoso, para ocultar su despotismo y sus corruptelas. La máscara es sostenida por la mayor parte de los medios de comunicación, cómplices del poder, y mantenida por medio de la represión.

Una última referencia religiosa se encuentra en el tiempo trancurrido durante el relato de estos hechos: seis días, el mismo tiempo que la tradición judeocrsitiana establece para la creación del mundo.



En los próximos días continaremos con la lectura del capítulo 2 de Tres ataúdes blancos. Mientras tanto, sigan compartiendo con nosotros sus propias lecturas.

3 comentarios:

  1. Muy buena novela.

    Por cierto, se han fijado que Tomas Del Pito es enano, belicoso, fanfarron, mediatico... a quien les recuerda?

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  2. necesito una version descargable del texto, compartido y gratuito, of curse, plis?

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  3. What a information of un-ambiguity and preserveness
    of valuable experience about unexpected feelings.



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