Club del Libro

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lunes, 11 de abril de 2011

Estocolmo 3

El departamento de la colonia Juárez en el que viven Homero y Betty es prácticamente perfecto. Así se lo hacen saber los anfitriones a su invitada, la narradora del cuento de Amparo Dávila que toma su título de la dirección del edificio en cuyo quinto piso se desarrolla la acción: “Estocolmo 3”. Todo en el apartamento es ventajoso: la hermosa vista desde el ventanal, el bajo costo del alquiler, la ubicación. Incluso aquello que pudiera parecer negativo, como el hallarse en un quinto piso sin elevador, bien mirado, resulta positivo, pues además de encontrarse lejos del ruido de la calle, subir la escalera es un magnífico ejercicio.

Lo único que rompe con este aspecto de total perfección aparece (y aparecer es aquí la palabra clave) sólo ante los ojos de la visitante (una narradora sin nombre, tan común en los cuentos de Dávila): la desconcertante presencia de una misteriosa mujer a la que nadie parece tomar en cuenta, como si fuera uno más de los delicados muebles del lugar, como si nadie la viera. Y es que, en efecto, nadie más la ve. Pero una vez que su presencia es revelada, todo se transtorna, hasta tal punto que Homero y Betty, al día siguiente, deciden dejar el maravilloso departamento.

Con una historia que parece de fantasmas, Amparo Dávila decide hablarnos, precisamente, sobre las apariencias, sobre la gran importancia que le damos a lo que los demás ven de nosotros mismos, sobre cómo cualquier defecto, al ser señalado por alguien más, pese a que nosotros mismos no seamos capaces de verlo, se nos hace insoportable. Cuando los inquilinos del departamento donde una persona ha visto un fantasma caen en la cuenta de ello, deciden abandonarlo, no obstante lo magnífico que les parecía antes. El departamento deja de pronto de ser perfecto para ellos porque no es perfecto para los demás.

De esta forma, el hermoso departamento del quinto piso de Estocolmo número 3 seguirá vacío hasta que alguien más aprenda a lidiar con su aparente perfección y con su turbadora imperfección.



Durante los siguientes días continuaremos con la lectura de los Cuentos reunidos de Amparo Dávila. El próximo es “El pabellón del descanso”.

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