Club del Libro

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viernes, 1 de abril de 2011

El último verano

¿Somos culpables de no comprender a tiempo qué es lo que en verdad deseamos? Y si un deseo que nunca alcanzamos a formular se hace realidad a pesar de todo, ¿somos culpables de ello también? En “El último verano”, el cuento Amparo Dávila que ahora leemos, la autora parece querer decirnos que sí y que además debemos pagar las consecuencias.

Cuando la protagonista del cuento cree que está llegando a la menopausia, reniega de su edad y quisiera prolongar su juventud, representada en un retrato testigo de su lejana belleza. Por desgracia para ella, su deseo se cumple: un embarazo inesperado le recordará que aún no es tan vieja. Su nuevo estado le resulta agobiante y no pasa mucho tiempo antes de darse cuenta de que en realidad no quiere seguir siendo joven, volver a andar un camino que ya ha recorrido, sino continuar con la ruta de su vida tal como lo llevaba, sin nuevos sobresaltos.

Aunque el nuevo deseo nunca se pronuncia en voz alta, se cumple y, otra vez, para su desgracia. Lo que en un principio, pese a la crueldad del hecho, hubiera parecido un alivio a su situación, pronto se transforma en una angustia aún mayor que la del embarazo no buscado.

La culpa por lo ocurrido, a pesar de no haber participado de forma activa en ello, no la deja tranquila ni día ni noche e incluso se materializa de una forma repugnante. La culpa es literal y figurativamente corrosiva, rastrera y la persigue hasta que una noche, convencida de que se encuentra acorralada y será alcanzada por ella, debe expiarla y para ello elige el elemento purificador por excelencia: el fuego. El sacrificio en el que no participó sólo podrá ser pagado con otro sacrificio, esta vez en su propia persona.

Se adelantará hasta el final del camino que no pudo terminar de correr sin tropiezos como en algún momento lo deseó. Ése será el único deseo que no se cumpla.



La culpa es un tema que podemos encontrar en la literatura de otros autores mexicanos, por ejemplo, como el propio título lo sugiere, en cada uno de los relatos de Los culpables de Juan Villoro.



No olviden seguir compartiendo con nosotros sus lecturas de los Cuentos reunidos de Amparo Dávila. Próximamente leeremos “Óscar”.

1 comentario:

  1. Me parece muy acertado, el leerlo me di cuenta de que la culpa realmente la angustiaba.
    Culpa por haber deseado que ese bebe no naciera sin darse cuenta.

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