Club del Libro

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jueves, 7 de julio de 2011

Las batallas en el desierto: La música de la memoria

Para la séptima lectura de nuestro reto de 18 novelas en 18 semanas, tenemos un libro favorito de muchos: Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco.



Poeta, narrador, traductor, editor, José Emilio Pacheco (México, 1939) destacó desde muy joven entre los autores de su generación. Gran parte de su reconocida obra poética, en la que destacan los títulos Los elementos de la noche (1963), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969), Irás y no volverás (1973) y Desde entonces (1980), se halla reunida en el volumen Tarde o temprano. Entre su narrativa ocupan un lugar importante Morirás lejos (1967), El principio del placer (1972) yLas batallas en el desierto (1981), libro que leeremos esta semana en Lectores a Fondo.

José Emilio Pacheco

Las batallas en el desierto se nos presenta como un ejercicio de memoria y olvido. El texto inicia: “Me acuerdo, no me acuerdo: ¿qué año era aquél?” y a partir de ese momento Carlos, el narrador y personaje principal, rememora lo ocurrido durante los meses de su infancia, en la segunda mitad de la década de los cuarenta, en que se enamoró por primera vez. Para ayudarse a hacerlo, recrea en sus recuerdos la ciudad en la que vivió, el México que tan distinto y tan parecido era en ese momento.

Para lograr esta recreación, se empeña en recordar qué películas veía y en qué cines; qué historietas leía; qué escuchaba en la radio: narraciones deportivas, programas de variedades, radionovelas, anuncios comerciales, canciones... Sobre todo una canción: “Obsesión”, del puertorriqueño Pedro Flores.

El recuerdo de esta canción resulta muy importante a lo largo de la trama. Primero le sirve al narrador para fijar el tiempo en su memoria:

Volvía a sonar en todas partes un antiguo bolero puertorriqueño: Por alto esté el cielo en el mundo, por hondo que sea el mar profundo, no habrá una barrera en el mundo que mi amor profundo no rompa por ti.

Después, una vez que Carlos ha conocido a Mariana, la madre de Jim, su mejor amigo de la escuela, y que se ha sentido irremediablemente enamorado de ella, se da cuenta de que la música se convierte para él en algo distinto a lo que había sido siempre, es algo con lo que puede relacionar su propia experiencia, es una forma en la que otros pueden expresar lo que él mismo siente:

Hasta ese momento la música había sido nada más el Himno Nacional, los cánticos de mayo en la iglesia, Cri Cri, sus canciones infantiles [...]. Al escuchar el otro bolero que nada tenía que ver con el de Ravel, me llamó la atención la letra. Por alto esté el cielo en el mundo, por hondo que sea el mar profundo.

Aunque el narrador nunca mencione el título de la canción (a pesar de ser el mismo del capítulo VI de la novela), como si no lo recordara, la letra da vueltas y vueltas en su mente y en la novela, al titular el capítulo V y las sigue dando en la mente del lector, quien, al terminar de leer la novela se sorprende a sí mismo cantando: “no habrá una barrera en el mundo que mi amor profundo no rompa por ti.”



Esperamos que nos sigan acompañando durante esta semana, la séptima del reto de 18 novelas, con la lectura de Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco.

3 comentarios:

  1. Yo lo leí cuando estaba en secundaria y lo re-leí hace unos meses, se inundó mi mente de buenos recuerdos y una que otra lágrima escapó desde la nostalgia de esos años.

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  2. José Emilio Pacheco... simplemente extraodinario. Mi ídolo. Mi palabra favorita es 'festinar' porque la aprendí de él.

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  3. este libro lo lei en la secundaria y tambien ahora en la prepa y no se me olvida es muy bueno....

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