Club del Libro

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jueves, 14 de julio de 2011

Los relámpagos de agosto: el humor de la historia

Hoy iniciamos la octava lectura del reto de 18 novelas en 18 semanas. En esta ocasión nos encontramos con un texto sin par en nuestras letras, una visión hilarante de la historia de México: Los relámpagos de agosto, de Jorge Ibagüengoitia.

Jorge Ibargüengoitia

Dramaturgo, narrador, ensayista, traductor y periodista, Jorge Ibagüengoitia (Guanajuato, 1928 - Madrid, 1983) inició su carrera como escritor a mediados de la decáda de 1950, pero es en 1963 y 1964 cuando empieza a recibir reconocimiento al obtener, en años consecutivos, el Premio Casa de las Américas para teatro y novela por El atentado y Los relámpagos de agosto, respectivamente. Poseedor de un sentido del humor que va de lo sutil a lo desternillante, Ibagüengoitia es un referente para la literatura mexicana. Además de las obras mencionadas, pueden contarse entre los títulos de su autoría el celebrado La ley de Herodes y otros cuentos y las novelas Maten al león, Las muertas y Los pasos de López, esta última, otra revisión de la historia de México hecha con gran sentido del humor.



En Los relámpagos de agosto asistimos a las memorias de un ficticio general revolucionario, José Guadalupe Arroyo, sobre hechos ocurridos durante 1928 y 1929 (en tiempos de la guerra cristera), tal como éste se las relata a Ibagüengoitia, quien logra crear un personaje por el que se puede sentir empatía pese a lo ridículo que es.

El autor parodia las biografías y autobiografías de los militares de la Revolución utilizando el estilo, ridiculizado, de hablar de los revolucionarios venidos a políticos: ninguno de ellos puede abrir la boca sin que parezca que está a punto de dar un discurso frente a una gran audiencia y el protagonista y narrador de la historia, Guadalupe Arroyo, que critica esta tendencia en el resto de los personajes, cae en la misma afectación al referir sus hazañas.

Este último es otro de los recursos de los que se vale Ibagüengoitia para dotar de gran humor a su novela: Arroyo, está siempre listo para encontrar innumerables defectos en todos cuantos le rodean, enemigos o amigos (es decir, futuros enemigos), pero nunca para considerar los propios, pues a sí mismo sólo se ve como un manojo de virtudes, un héroe sin parangón, pese a que la narración nos vaya mostrando todo lo contrario, que él es tan inepto como sus compañeros de lucha.

Los relámpagos de agosto

Pero quizá el recurso más valioso para el humor de la novela lo otorgue su propio tema: el autor retoma personajes y hechos más o menos conocidos de la historia, los parodia y los mezcla con hechos ficticios que parecen más autenticos que la realidad. Así, mientras la historia oficial del país nos habla de héroes sin tacha, valientes próceres siempre dispuestos a dar sus vidas desinteresadamente en favor de la Patria (discurso que maneja el proipio Arroyo a cada momento), los personajes de Ibagüengoitia se nos presentan como hombrecillos tontos, desconocedores de las artimañas de la política o incluso de las mínimas estrategias militares (no obstante ser la mayoría generales condecorados) y siempre ávidos de satisfacer sus mezquinos intereses. Leyendo la novela, pensando en las semejanzas entre realidad y ficción, debemos reír para no llorar.

¿Qué otros recursos humorísticos encuentran en la novela?



Durante toda la semana continuaremos leyendo Los relámpagos de agosto, de Jorge Ibagüengoitia, en el reto de 18 novelas en 18 semanas.

1 comentario:

  1. no me dice nada sobre los relampagos de agosto xd

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