Bienvenidos a una nueva lectura a Fondo: comencemos a leer Tres ataúdes blancos (2010) del colombiano Antonio Ungar (Bogotá, 1974).
El libro, ganador del XXVIII Premio Herralde de Novela, inicia con un prólogo titulado “Antes de empezar” en el que, como inmediatamente podemos intuir, el narrador-protagonista de la historia nos pone en antecedentes respecto a la “acción que todavía no se acciona”.
Son varios los rasgos que desde estas primeras páginas llaman la atención del lector. Nos referiremos primero a aspectos del estilo narrativo de Antonio Ungar y después a elementos particulares de la historia.
Lo primero que podemos destacar del texto es la manera en la que el autor se vale de su magnífico manejo del lenguaje para crear episodios humorísticos. El humor de la novela va del simple juego de palabras, a la sutil asociación de ideas, a la más divertida mordacidad. Incluso asuntos tan terribles como un asesinato (o muchos) se revisten de un certero humor negro.
También es de llamar la atención la conciencia que hay en el texto (y en su narrador) de estarnos contando una ficción. Las constantes referencias que el protagonista hace de sí mismo como el “héroe y único narrador autorizado” de la historia, la narración que se sustenta en la descripción de planos cinematográficos, la explicitud con que el narrador se refiere a todo lo que nos cuenta como un texto literario (con escenas merecedoras incluso de su propio subtítulo), nos impiden, por una parte, pensar en lo referido como algo real, pero por la otra nos enganchan en el juego de imaginación que nos propone el autor.
¿Pueden pensar en algo más sobre el estilo de Ungar que les parezca digno de mención?
Respecto a la historia, ésta apenas empieza a ser contada. Todo lo que debemos saber para su desarrollo se nos refiere desde la primera página. Lo más importante a lo largo de esta sección es tal vez la construcción que en ella se hace de José Cantoná, el protagonista-narrador-héroe de Tres ataúdes blancos. Todo lo que nos cuenta sobre su padre, sobre el candidato Pedro Akira, sobre su amigo Jorge Parra, sobre la República de Miranda y su situación política (incluyendo al presidente Del Pito), pero, sobre todo, cada una de las rutinas interrumpidas (la música que no puede seguir tocando, el padre que actúa como estatua de mármol, el asesinato de Akira), en realidad sirve principalmente para edificar su propia identidad, para convertirse en el protagonista-narrador-héroe con el que los lectores debemos identificarnos para poder seguir con interés el curso del relato.
Para el final dejamos algo esencial que se nos informa desde la primera línea: “Una cosa llevó a la otra.” Tras esta aclaración debemos esperar que todo lo que en esta novela ocurra será consecuencia de algo anterior, así que tenemos que estar atentos a lo que leamos, no sólo para comprender la historia, sino para disfrutarla.Y desde el prólogo nos parece que será una historia disfrutable, ¿no les parece?, ¿qué opinan ustedes?
No olviden participar con nosotros y compartir su propia lectura de Tres ataúdes blancos. Continuaremos en los próximos días con el capítulo 1.